INSTITUTO DE INDOLOGÍA

ESPIONAJE Y RECOPILACIÓN DE SERVICIOS DE INTELIGENCIA BAJO LOS MOGOLES

M.L. Bhatia

La historia de la humanidad está llena de leyendas y ejemplos en los que se emplearon a mujeres para recopilar información y en los que se enviaron espías en misiones secretas o cuando los mismos soberanos, disfrazados o utilizando similares manipulaciones, partieron a determinar la verdadera situación de sus reinos. Los soberanos —los inteligentes y los ambiciosos, así como aquellos con tronos precarios— siempre han utilizados agentes secretos para recopilar información, tanto para mantener la seguridad interna, como para contrarrestarlas amenazas extranjeras.

En las sociedades islámicas medievales, los servicios de inteligencia eran muy codiciados, no sólo de manera esporádica, sino sustentados permanentemente, incluso cuando volvía la paz después de la guerra. Uno délos primeros ejemplos es el servicio de barid que operaba como parte del servicio oficial de Correos e Inteligencia y que se remonta a la época bizantina y sasánida. Parece que los primeros Califas lo tomaron prestado de ellos. La etimología persa confirma el origen «extranjero» del barid. El barid que operó durante el período Umayyad y del Califa Abdul Malik se cree que fortaleció la organización de este servicio. Durante el período abásida, el departamento conocido como Sahib Diwan-al-Barid fue uno de los servicios gubernamentales más importantes y su supervisión siempre se encargaba a confidentes cercanos a los Califas: bien a sus wazires favoritos o a los eunucos de palacio.

Las obligaciones del departamento de Inteligencia que comenzaron con el envío de cartas oficiales, fueron en aumento para proporcionar al gobierno central toda la información necesaria sobre el estado de las provincias y las actividades de los altos cargos - especialmente los recaudadores de rentas de tierra, tanto las que estaban bajo el control de la nobleza como de la corona. Las funciones del departamento del barid incluían la de informar sobre la conducta de los gobernadores y qazis y la de actuar como catalizador para deshacerse de elementos no deseados que fueran dados a la revuelta. En diferentes conflictos sobre la sucesión de los Califas, hubo siempre intentos de dominar al Departamento de Inteligencia y de sustituir al jefe con un confidente del ganador.

Mientras que los Ghaznavides y los Sultanes de Delhi continuaron con la práctica que imperaba bajo el Califato, Alauddin Khalji fue el que organizó la inteligencia hasta llegar a la perfección empleando a munhis (espías) y a halalkhors (sirvientes domésticos). De acuerdo con Ziauddin Barani, Alauddin ponía tanto cuidado al nombrar a la inteligencia «que no había acción de hombres buenos o malos de la que no fuera informado. Los nobles se mantuvieron tranquilos». Lo mercados también se controlaban a través de espías (barids) y los informes secretos se enviaban directamente al Sultán a través de los muhtasibs. Muhammad bin Tughlaq se enorgullecía de contar con el uso de códigos y mensajes secretos que enviaban de Delhi a Daulatabad y viceversa; estos mensajes codificados llegaban al Sultán en el menor tiempo posible. Los relatos de algunos viajeros egipcios que visitaron la India en esta época, recopilados por Shahabudding-ul-Umari, confirman ampliamente esta novedad que, en forma modificada, todavía forma parte integral en la actualidad de cualquier departamento de policía.

Un claro retrato de la administración mogol surge en 1594 cuando Akbar dividió su imperio en 12 provincias, cada provincia en un sarkar y cada sarkar en parganas; cada pargana contaba con muchos pueblos. En la segunda mitad del reinado de Aurangazeb, el imperio era ya tan grande que contaba con 20 provincias y sus fronteras se extendían desde Kabul a Chittagong y desde Kandahar a Golconda. Los mogoles crearon una burocracia bastante grande para dirigir la administración del imperio. El aparato del estado mogol se dividió en un número de departamentos para llevar a cabo las funciones fiscales, militares, diplomáticas y administrativas.

La pregunta más importante, no obstante, es cómo un impero tan enorme se mantuvo intacto, especialmente cuando había tantos jefes autónomos y muchos elementos perjudiciales, contrariados por una u otra razón y no contando con medios de comunicación muy buenos. Sin lugar a dudas, como los mogoles eran una minoría, la mayoría gobernante que se componía de población no musulmana, era consciente de sus limitaciones y, normalmente, respetaban las costumbres indígenas sin poner en entredicho sus ambiciones. Estaban ávidos de noticias y se mantenían informados de los acontecimientos en todo el imperio estando a la expectativa tanto de la seguridad interna como de la amenaza externa. Abul Fazl, el historiador de Akbar, indica que «el mantenimiento de archivos es algo excelente para el gobierno que es incluso necesario para todos los niveles de la sociedad». En una de sus cartas a Aurangazeb, escribe: «La negligencia de un sólo momento, se convierte en causa de desgracia durante muchos años». Parece que los mogoles mejoraron el sistema ya existente de informadores secretos de los Sultanes de Delhi, añadiendo un ala abierta de archiveros oficiales que trabajaban bajo el departamento Militar encabezado por el ministro imperial conocido como Mir Bakshi.

El repertorio de informadores mogoles se componía de cuatro categorías de hombres que enviaban sus informes de dos formas —escritos y orales— aunque esta distinción no se seguía siempre. Los informadores-escritores eran destinados a todos los lugares importantes y, a su vez, informaban a los waqianavis situados en las sedes provinciales. Estos waqianavis transmitían los informes al Mir Bakshi del centro quien los investigaba y enviaba los más importantes al emperador. Los informadores tenían libertad para informar de cualquier cosa en su zona, independientemente. Sin embargo, como eran funcionarios del gobierno, a veces se confabulaban supuestamente con los altos cargos locales por lo que su integridad podía estar en entredicho. Los informadores orales, conocidos como harkaras, eran destinados a lugares importantes y siempre fueron subordinados por lo menos hasta finales del siglo XVII.

Los harkaras eran los verdaderos agentes secretos, también conocidos como khufianavis y trataban con los altos cargos del gobierno. Literalmente, el harkara era un mensajero de noticias pero, en realidad, era un espía que llevaba las noticias orales y también despachaba los informes secretos escritos. Las crónicas de los harkaras se apuntaban con cuidado en la cancillería imperial y se tomaba acción inmediata. En 1693, cuando la Compañía de Comercio Holandesa solicitó importar grano de Surat, el Mutasaddi se negó alegando que tenía órdenes secretas de no exportar el grano y que si lo hacía inmediatamente se haría constar un informe en su contra en el informe secreto del harkara. Ashin Das Gupta, basándose en crónicas mogoles y en archivos de fábricas, menciona un incidente ocurrido en 1699 cuando el harkara riñó con el gobernador en la reunión pública de la darbar (corte) de este último y amenazó con volver a presentar su posición al emperador.

Mirza Muhammad Kazim, el historiador oficial de Aurangazeb hasta el 11° año de su reinado, nos informa sobre las reformas llevadas a cabo por el emperador en el sistema de información. Además de los waqianavis y waqianigars, Aurangazeb nombraba a swanihnigars como análogos a los harkaras. Se dedicaban a enviar directamente al emperador informes secretos sin informar a los waqianavis de su contenido. Hay numerosos ejemplos de cuando estos agentes secretos descubrieron la mala fe de los altos cargos y en que se envió información directa y por adelantado al emperador. En una de sus cartas, Aurangazeb reprende a un faujdar por haber enviado una pequeña cantidad de 2000 rupias en calidad de recaudación de impuestos, mientras que, de acuerdo con sus agentes secretos, ¡la cantidad debería de haber sido de 20.000 rupias! El emperador entonces dijo: «¿Qué es esto, un rahdari (impuesto) o un rahzani (saqueo)?»

Desde sus comienzos, Aurangazeb intentó fomentar una imagen doble de sí mismo: un comandante habilidoso y un musulmán piadoso y, con el fin de conseguir este objetivo, nombró a un grupo de informadores confidenciales que le comunicaban lo que acontecía en el imperio. Estos agentes secretos desempeñaban un papel importante en eliminar las bidat o innovaciones (en la práctica del Islam), así como también en la persecución de comunidades marginales del Islam como los Mahdawis y los Ismaili Bohras de Gujarat. La ejecución de Murad, la acusación de apostasía contra Dara Shukoh, y la forma de deshacerse de otros elementos «no deseados» fueron obra de sus agentes secretos. No es posible calcular con exactitud los efectivos de khufianavis del imperio mogol. De acuerdo con Danishmand Khan, había unos 4000 espías de todas las categorías en el servicio imperial en 1708-1709. Sin embargo, parece que ésta es una subestimación. El padre François Catrou escribió: «Los espías se encuentran por todo el país». El viajero italiano Manucci valora el sistema de espías mogol con estas palabras: «A través del espionaje, Aurangazeb conocía incluso los pensamientos profundos de los hombres».

En tierras extranjeras donde no era posible «robar» información nombrando a escritores de noticias regulares (akhbarnavis), el espionaje lo realizaban a menudo los mercaderes que comerciaban con Persia, Turquía o Arabia. Tales contactos también los mantenía Aurangazeb a través del puerto de Surat que había llegado a convertirse en un emporio comercial del mundo. Estos mercaderes tenían sus propios agentes y espías secretos en diferentes ciudades y otros lugares. Recogían las noticias y enviaban los akhbars a sus patrones. Grandes mercaderes como Virji Vohray Abdul Ghafur también empleaban a escritores de noticias en ciudades importantes y, en caso de cualquier desarrollo que pudiera afectar sus intereses, se inundaba al darbar mogol instantáneamente con representaciones, ¡incluso antes de que el desarrollo llegase a ser una realidad!

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