INSTITUTO DE INDOLOGÍA

 LA ESENCIA DEL SER

del Chândogya Upanishad

 

ÂRUNÎ.- Hijo mío, si alguien le hiciera un corte a este árbol en su raíz, sangraría, pero seguiría viviendo. Si se lo hiciera por la mitad también sangraría, pero seguiría viviendo. Y lo mismo sucedería si se lo hiciese en la copa. Pero como está penetrado por el âtman, el alma, sigue en pie, absorbe la humedad y se deleita con la vida.

         Si la vida abandona una de sus ramas, ésta se seca. Si abandona una segunda, ésta también se seca, y todo el árbol se seca si la vida o abandona por entero. Entiéndelo así, hijo mío.

         Cuando la vida lo abandona, muere el cuerpo, pero la vida no muera. Esa esencia sutil que penetra todo en el mundo, eso es la realidad. Eso es el âtman. Eso eres tú, Shvetaketu.

SHVETAKETU.- Señor, hazme entender todavía más.

ÂRUNÎ.- Conforme, hijo mío. Tráeme el fruto de ese árbol.

SHVETAKETU.- Aquí está, señor.

ÂRUNÎ.- Pártelo por la mitad.

SHVETAKETU.- Ya lo he partido.

ÂRUNÎ.- ¿Qué es lo que ves en su interior?

SHVETAKETU.- Señor, veo unas semillas diminutas.

ÂRUNÎ.- Parte, entonces, por la mitad una de ellas.

SHVETAKETU.- Ya está, señor.

ÂRUNÎ.- ¿Qué es lo que ves en su interior?

SHVETAKETU.- Nada en absoluto, señor.

ÂRUNÎ.- Sin embargo, hijo mío, de esa sutilísima esencia que no puedes ver, de ella misma surge este gran árbol que ves.

         Créeme, hijo mío. Esa esencia sutil que hace surgir el árbol, eso es la realidad. Eso es el âtman. Eso eres tú, Shvetaketu.

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